sábado, 6 de agosto de 2011

Tono


Está apoyado en una pared de concreto, con su pierna izquierda levantada.
Saca un paquete de cigarrillos semi vacío del bolsillo y lo observa por unos segundos. Finalmente agarra uno y lo pone suavemente en su boca. Lo enciende rápido, inhalando el humo como si fuera su última respiración, fuerte, pero lento, luego lo expulsó dejando que se pierda.
Mira hacia ambos lados.
Hace fuerza con su pierna izquierda, apoyada en la pared, para impulsar su primer paso. Camina, tambaleando, con la mirada fija al frente.
De repente escucha algo, algo que no puede ser considerado un ruido, pero aun así demasiado intenso para ser silencio.
Ese ruido provoca que caiga sobre sus rodillas, y el cigarrillo, consumido entre cenizas, se precipita sobre el pasto.
Instantáneamente se agarra la cabeza, rozando con los dedos, su cuero cabelludo.
-¿De donde viene ese sonido?, piensa.
Esta solo en la obscuridad.
Comienza a respirar en forma entrecortada, tenue, imperceptible. Siente los ojos irritados, los cierra por un instante. Ese instante es clave para escuchar otro sonido, esta vez menos intenso. Un sonido más real, más concreto.
-¿Quien anda ahí?, pregunta en voz alta.
Ve como una sombra, casi una figura humana, se aleja corriendo.
Traga saliva y se queda inmóvil por unos segundos, poco a poco recupera la compostura. Siente las manos húmedas, las mira y nota que están manchadas con una especie de material, grisáceo similar al fango, mira hacia el suelo y ve un barro burbujeante, como si estuviese en ebullición.
Incrédulo, se agacha y comienza a escarbar, poco a poco, lo que era barro comienza a hacerse liquido, pero no cualquier líquido, este era un liquido espeso, con un hedor inexplicable, espantado deja de escarbar.
Era imposible hallar líquido en la tierra cavando tan poco. Mucho menos encontrándose en esa área tan seca. Los escapes de agua, estaban a kilómetros de ahí.
Se saca su vieja camisa a cuadros que lleva atada a la cintura y limpia sus manos en ella, mientras se pone de pie.
Tira la camisa manchada en el suelo, con un aire de valentía. Lleno de curiosidad, comienza a caminar y emprende la búsqueda de aquel Ente que emitía esos extraños sonidos.
Como una jugada a su infortunio, la luna es su única compañera incondicional, por mas que se mueva hacia cualquier lugar mira el cielo y siempre está, fija, como si caminara junto a el.
Repentinamente comienza a notar un movimiento extraño en las ramas de los árboles, en el pasto, incluso en las hojas que yacían esparcidas por el piso.
Mira el cielo y el movimiento de las nubes es más rápido de lo normal. Cubrían y descubrían a la luna en cuestión de segundos. Al distraerse con eso, se golpea el pie con una roca y la maldice. La piedra comienza a llenarse de moho hasta cubrirse completamente.
No podía creer lo que estaba viendo, aquellas acciones naturales, que solían tener su tiempo, su espacio, su forma, se desarrollaban en segundos.
-¿Que sucede? ¿Que es esto? ¿Que pasa?, piensa.
-Es un sueño, eso es lo que es, ¡Esto es imposible!, exclama.
Siente calor en su nuca, un calor especial, no cualquier calor. Ese calor que uno siente cuando lo miran fijamente, se da vuelta y grita:
-¿Quien sos, que está pasando?
En ese preciso instante, se comienzan a ver los primeros halos de luz, luego el sol y en pocos segundos la obscura y solitaria noche se convierte en día.
Larga una breve carcajada y entre dientes repite varias veces:
-Esto es imposible, esto es imposible, es imposible, esto es imposible…-
Mira para todos lados, se toca la frente, como tratando justificar todo lo que está viviendo con un simple estado febril.
Una mano en su hombro y un susurro inmediato.
-Es posible...
Responde rápido, con una ridícula urgencia.
-¡No, vos no existís, esto no existe!
Pero en su interior siente la imperiosa necesidad de ver.
-¡Quiero verte!- grita.
Gira lentamente, su cuello esta entumecido y su cabeza se mueve como si tuviese un tic nervioso.
No había nadie. Pero no fue eso lo que más lo sorprendió. El estaba en postura de establecer una conversación.
¿Le había sucedido esto antes acaso? ¿Sabia con que se estaba enfrentando? O simplemente estaba llegando a un estado de esquizofrenia.
-¡Claro! Me toco el hombro y se fue, ¿Eso queres? ¿Qué me vuelva loco?
-No estúpido, no grites, no grites... shhh escucha, esta cerca, esta acá…
-Pero es de día, hace minutos era de noche.
-Shhh escucha…
-¿Y la piedra y el hedor en el fango? ¡Para! ¡Para! ¡Pa…
Luchaba ferozmente con sus propios pensamientos.
Instantáneamente va tras el, por un interminable paisaje de árboles que lo lleva hacia ninguna parte. Hay algo extraño atado a uno de los troncos y se acerca para ver que es. Hasta ese momento no había rastros de otra persona en el lugar. Solo el y el Ente.
Mira atentamente lo que recubre el tronco del árbol y se le hace muy familiar. Era su camisa, aquella vieja camisa que utilizó para limpiarse las manos, de ese fango hediondo que había descubierto.
Comienza a desatarla, con manos temblorosas y la vuelve atar a su cintura.
Siente olor a cigarrillo. Mira hacia abajo y ve la colilla consumida entre sus propias cenizas. Seguía emanando olor como si se hubiese caído hace solo segundos.
Busca en el bolsillo el paquete semi vacío y escucha una voz.
-¿Buscas esto?
Se da vuelta rápidamente. Sus ojos se ponen vidriosos, comienza a respirar con tanta violencia que su pecho crecía cada vez más. Estaba atónito con lo que veía.
Era el mismo, sosteniendo su paquete de cigarrillos.
¿Era el? ¿Otra persona con sus mismos rasgos?
Ningunos de estos pensamientos se le cruzaron por la mente. No había ningún pensamiento en su mente. Estaba completamente en blanco.
Dirige sus ojos hacia la derecha, como si pudiese correr en esa dirección, pero su cuerpo estaba completamente dormido.
Lo extraño, es que ese paisaje de árboles, se había transformado en un barranco, y se podían escuchar como olas chocaban furiosamente contra el.
-¿Quien sos? ¿Dónde estamos?
-¿Quien soy?- Se ríe, se burla -¡Soy vos!
Lo toma por los hombros y lo empieza a empujar, rápidamente, hacia el barranco. Lo agarra de la nuca y le susurra:
-No me tendrías que haber encontrado…
Como si el sonido se extinguiera, no fue capaz de escuchar nada. El mundo estaba mudo. Solo veía como aquel que lo había empujado, se hacía cada vez más pequeño.

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